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¿Es posible reducir la frustración escolar?

Según un estudio, uno de cada tres niños sufre frustración escolar. Por eso es muy importante que, tanto en la escuela como en casa, aprendan desde bien pequeños a gestionarla y controlarla, para que así crezcan más seguros de ellos mismos y puedan disfrutar de una etapa escolar reconfortante.  

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¿Qué es la frustración escolar? 

La frustración es una respuesta emocional que experimentamos cuando somos incapaces de satisfacer una expectativa, idea, necesidad o deseo que nos habíamos imaginado.  Por eso, cuando esto pasa, solemos reaccionar de una manera negativa.  Esta definición la tenemos que aplicar al ámbito escolar, donde los niños, por no ser capaces de seguir el ritmo del temario del profesorado o porque no tiene tanta habilidad socializando con los demás compañeros, se sienten con rabia y actúan de manera incorrecta y negativa.  

Consejos para fomentar la frustración

Los adultos tenemos que guiar y apoyar a los más pequeños para que puedan identificar y gestionar la frustración mediante una serie de ejercicios que deben de practicar de manera regular.  Los ejercicios que os proponemos se pueden llevar a cabo tanto en el aula como en casa.

1. Técnicas relajación 

Debes crear un clima en el que el niño se sienta cómodo y tranquilo, de esta manera se relajará y será capaz de realizar lo que tanto le preocupa. Generalmente, este buen ambiente se consigue a través de música flojita relajante, con buena luz natural y un espacio amplio.  

También se le pueden enseñar trucos para cuando se encuentre en una situación estresante e incómoda, como por ejemplo, que se concentre en su respiración y que respire de manera honda 10 veces.  

2. Enseñar a pedir ayuda 

Otro aspecto muy importante es enseñarles a identificar sus emociones. Es importante que ellos mismos sepan diferenciarlas y saber cuándo se trata de una emoción efímera y temporal, a cuando es algo más serio. Por ejemplo, tiene que saber diferenciar cuando es un enfado sin importancia o cuándo siente frustración. Por eso mismo, una de las mejores maneras de que sepan identificar sus emociones es preguntándoles constantemente por ellas, estaría bien hacer preguntas del estilo ¿Cómo te sientes hoy? ¿Qué sientes cuando estas triste? ¿Qué necesitas para dejar de estarlo? 

Este aspecto es muy importante, porque cuando experimente una emoción negativa, pueda pedir ayuda y entienda que, pedir ayuda no es malo, sino al contrario, le ayudarán con su problema y así no se sentirá solo.  

3. Trabajar la empatía 

En este caso, la mejor manera es hacerlo a través de diferentes dinámicas y juegos. Estos juegos deben de priorizar que los niños puedan entender los sentimientos de los demás. Un ejemplo de juego, podría ser el de ¿Cómo te sentirías …? Este juego consiste en que la profesora propone una situación conflictiva e incómoda, por ejemplo, un niño que en el colegio siempre se queda solo porque nadie quiere jugar con él. Después elige a un alumno, y este, deberá de expresar sus emociones de cómo se sentiría él en esa situación.  Si se practica desde casa, los padres serán los que propongan la situación a los hijos.

4. Lenguaje positivo 

Simplemente se debe tener cuidado a la hora de dirigirnos a los niños y tenemos que intentar evitar palabras negativas como “vago”, “no haces nada bien”, “no sirves , no , ya que si escuchan este tipo de preguntas desde bien pequeños las acaban interiorizando y creyéndoselo. Por eso debes intentar decir las cosas de manera más positiva como, por ejemplo, “lo has hecho muy bien, pero igual habría que mejorar…”.  

5. Valorar más el proceso y no el resultado 

Por último, como adultos tenemos que hacerles ver que el proceso es igual de importante que el resultado, y que en muchas ocasiones el resultado no refleja el esfuerzo realizado. Ellos tienen que entender este concepto y que, aunque no nos salgan las cosas como esperamos no pasa nada si nos hemos esforzado y hecho con ilusión. Si consiguen verlo de esta manera, evitaremos muchas situaciones en las que se sientan frustrados.